Hoy, en conmemoración al Día Mundial del Ictus, abordamos una de las temáticas más esenciales, pero a menudo pasadas por alto, relacionadas con esta enfermedad cardiovascular: su relación con la visión. Imagina por un momento que, de repente, tu mundo visual se ve alterado, ya sea por la pérdida de la mitad de tu campo visual o porque todo comienza a duplicarse ante tus ojos. Esa es la realidad a la que muchas personas se enfrentan tras experimentar un ictus. A través de este artículo te explicamos todo lo que tienes que saber sobre esta relación, y cómo actuar en consecuencia con el objetivo de ayudar a las personas a estar más informadas y preparadas para enfrentar los desafíos asociados.
¿Qué es un ictus?
El ictus es una enfermedad cardiovascular, también conocida como embolia cerebral, trombosis o accidente cerebrovascular (ACV). Se produce cuando existe una disminución en el flujo sanguíneo del paciente, por tanto, la sangre no llega a una determinada región del cerebro, lo cual provoca una isquemia cerebral.
Diversos factores de riesgo pueden predisponer a la aparición del ictus, como la herencia familiar, la edad, la presión sanguínea o el tabaco, entre otros.
Esta enfermedad suele ser más frecuente en personas con edades superiores a los 65 años, siendo la primera causa de mortalidad de mujeres y la segunda de hombres en España. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, afecta cada año a unas 120.000 personas en España.
Ictus y visión: Una relación complicada
El ictus, puede afectar la visión de diversas maneras. La magnitud del impacto depende del tipo y la zona que haya afectado, la gravedad del accidente cerebrovascular y el tiempo que ha pasado desde que se produjo hasta que fue tratado.
Un ictus no siempre daña la visión porque si la lesión se produce en cualquier otra zona diferente a la correspondiente al sistema visual que transporta la visión o a la que controla el movimiento de los ojos, se producirán otras alteraciones, pero que no provocará ninguna alteración visual. Sin embargo, en caso de sí afectar dichas zonas del cerebro, los trastornos visuales más frecuentes podrían ser los siguientes:
- Pérdida de visión: En casos graves, es posible experimentar una pérdida parcial o completa de la visión en uno o ambos ojos. Esto puede manifestarse como ceguera total o parcial, y su recuperación puede variar de paciente a paciente.
- Alteraciones visuales: Algunos pacientes pueden experimentar problemas visuales sutiles, como visión borrosa, cambios en la percepción del color o dificultades para enfocar. Estas alteraciones pueden ser temporales o permanentes.
- Hemianopsia: Un ictus en ciertas áreas del cerebro puede dar como resultado una condición llamada hemianopsia, donde la mitad del campo visual se pierde. Esto puede dificultar la lectura y la percepción de objetos en un lado del campo visual.
- Diplopía: O visión doble, también puede ocurrir después de un ictus. Esto se debe a la debilidad de los músculos oculares que controlan el movimiento de los ojos.
- Problemas para mover sus ojos de forma coordinada: sobre todo en una dirección específica, lo cual puede afectar a su capacidad de caminar, leer y realizar otras actividades.
Cómo afecta un ictus a la visión
La relación entre el ictus y la visión se basa en las áreas del cerebro afectadas por el accidente cerebrovascular. En general, la visión es procesada en la corteza visual, y cualquier daño en esta área puede resultar en problemas visuales.
- Ictus isquémico: El tipo más común, la obstrucción de un vaso sanguíneo, impide que el oxígeno llegue a las células cerebrales. Esto puede dañar áreas del cerebro responsables de la visión, lo que lleva a problemas visuales.
- Ictus hemorrágico: Ocurre cuando un vaso sanguíneo se rompe y sangra en el cerebro. Este sangrado puede dañar las estructuras cerebrales cercanas a las áreas visuales, causando problemas en la visión.
- Edema cerebral: Después de un ictus, el cerebro puede hincharse debido a la inflamación. Este edema puede presionar contra las áreas visuales del cerebro y causar problemas visuales.
Cuidados y prevención
Si has experimentado un ictus o conoces a alguien que lo haya hecho, es fundamental cuidar la salud ocular y tomar precauciones. Aquí hay algunas recomendaciones importantes:
- Consulta médica: La atención médica es esencial después de un ictus. Un oftalmólogo puede evaluar la salud ocular y recomendar tratamientos específicos según las necesidades individuales.
- Terapia de rehabilitación: La terapia de rehabilitación, que puede incluir ejercicios de ojos y terapia visual, puede ayudar a recuperar o mejorar la visión.
- Control de factores de riesgo: Mantener un estilo de vida saludable es crucial para prevenir futuros accidentes cardiovasculares. Controlar la presión arterial, el azúcar en sangre y llevar una dieta equilibrada puede reducir el riesgo.
- Medicación y terapia: Los médicos pueden recetar medicamentos o terapias específicas para tratar problemas oculares después de un ictus.
- Adaptaciones visuales: En algunos casos, las personas pueden necesitar adaptaciones visuales, como lentes especiales o dispositivos de ayuda para la lectura.
Un ictus puede tener un impacto significativo en la visión y la salud ocular. Es fundamental buscar atención médica inmediata y seguir un plan de rehabilitación personalizado para mejorar las posibilidades de recuperación. El ICQO está comprometido en proporcionar recursos y cuidados de calidad para aquellos que enfrentan problemas oculares.