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El iris, la contraseña más fiable y peligrosa

La tecnología de escaneo de esta parte del ojo puede ayudar a combatir la suplantación de identidad, pero presenta problemas con la privacidad de los datos. El creador de Chat GPT está detrás

Quizás hayan visto en los últimos meses imágenes de personas mirando fijamente a una esfera gris del tamaño de un balón de fútbol. En España viene ocurriendo en varios puntos de Madrid desde hace un año. A cambio de dejarse escanear el iris, reciben una recompensa en forma de criptomonedas, una pequeña cantidad de dinero en efectivo o, en algunos países como Indonesia, camisetas y hasta Airpods. Detrás del proyecto está Sam Altman, el creador de Chat GPT. Su objetivo es reunir los datos biométricos de 30 millones de personas. Por el momento, según el conteo que ofrece en la página web de Worldcoin -así se llama el proyecto-, han conseguido el de poco más de dos millones, unas 150.000 en España, el país europeo donde más éxito ha cosechado.

India es uno de los países donde más extendida está la tecnología de escaneo del iris.

India es uno de los países donde más extendida está la tecnología de escaneo del iris. Reuters

Tres son los datos biométricos más empleados en la actualidad: el rostro, la huella dactilar y el iris. Los dos primeros están presentes en prácticamente cualquier teléfono móvil. El último es el más «fiable» de los tres, explica Álex Rayón, CEO de Brain&Code y doctor en Ciencias de la Computación y Tecnología. Mientras que este recoge más de 200 patrones únicos de esa parte de nuestros ojos, el de la huella dactilar tan solo cuarenta, seis veces y media menos. «A más patrones, más fiabilidad», subraya el experto, que subraya que es un sistema «difícilmente vulnerable».

Esto no significa que no sea completamente seguro. «Es una carrera de fondo entre hacer estos sistemas más seguros y que ciertas personas traten de vulnerarlos». añade insistiendo en diferenciar «fiabilidad y seguridad». Hace algo más de una década, Samsung utilizó esta técnica en alguno de sus modelos, pero los hackers lograron ‘engañarlo’ sacando una foto del iris e imprimiéndola en una lentilla. «En los más de diez años transcurridos desde entonces la tecnología ha avanzado mucho gracias al ‘deep learning’, las mismas técnicas que han permitido el salto adelante de los sistemas de inteligencia artificial», destaca Rayón. «Podría emplearse también en la domótica, para abrir la puerta de casa, o entrar en el coche», añade Aníbal M. Astobiza, doctor en Ciencias Cognitivas y Humanidades por la Universidad del País Vasco.

Un iris único

Gráficos: Josemi Benitez

«El iris es como un diafragma pigmentado que se compone de fibras musculares. Su función es regular la entrada de luz al ojo», explica Sergio Eguiza, especialista del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología de Bilbao (ICQO). Su gran ventaja para la biometría es que presenta una serie de características únicas en cada individuo. Ni siquiera son iguales en el ojo derecho y el izquierdo. «Son varios rasgos, desde su pigmentación -el marrón es el color normal; el resto de colores se debe a una falta de pigmento que hace que cambie por efecto de la luz-, hasta unas criptas o huecos por su tamaño y la zona donde se encuentran, su grosor o su relieve», añade el oftalmólogo. Y no cambian a lo largo de la vida una vez que queda definido en torno a los cuatro años de edad salvo accidente o enfermedades como «el glaucoma -el iris pierde fibras y adelgaza-, el síndrome iridocorneal -sube la tensión, lo que provoca despigmentación y pérdida de células- o algunas inflamaciones», aclara Eguiza. El margen de error es casi ínfimo.

Lo que hace ‘Orb’, la esfera de Altman, -y buena parte de estos sistemas, basados en una tecnología llamada IrisCode- es iluminar esta parte del ojo con una luz infrarroja invisible para capturar en unos pocos segundos una imagen de los mencionados más de 200 patrones únicos e invisibles a simple vista. El color es irrelevante y, como queda dicho, se diferencia también entre el ojo derecho y el izquierdo. Funciona incluso con gafas y lentillas.

Esta información se codifica y por medio de técnicas de encriptación se convierte en una representación matemática del iris. Cada individuo tendrá su World ID sin necesidad de guardar los datos biométricos y «serviría para demostrar que una persona es única y humana, pero sin conocer su identidad» , insisten desde ‘Tools for Humanity’ (Herramientas para la Humanidad), la compañía de Altman que impulsa Worldcoin. Este código se almacena en una base de datos que se compara cada vez que alguien escanea sus ojos. «Ni aunque hackearan a la compañía podrían tener acceso a los datos biométricos», apunta Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología en IE Business School.

La tecnología biométrica también se ha fijado en la retina. En este caso, la luz infrarroja penetra en el ojo para escanear los vasos sanguíneos de la pared posterior del ojo. Es una técnica de escaneo es más invasiva y está menos extendida. «Además, es más alterable que el iris por enfermedades como la diabetes, la hipertensión, un colesterol elevado…», añade Eguiza.

Origen en 1936

El registro del iris viene utilizándose en la India desde 2009. Para 2016, el programa Aadhaar, que significa ‘credencial’, había recopilado dos mil millones de iris y diez mil millones de dedos. Aunque no es obligatorio, es necesario para multitud de trámites, incluido la obtención de alimentos o el pasaporte. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU también emplea esta tecnología para el reparto de alimentos entre los refugiados sirios, por ejemplo. Incluso sirvió para identificar a la niña afgana de ojos verdes que apareció en la portada de National Geographic en 1985 cuando fue encontrada casi dos décadas después.

Fue en 1936 cuando el oftalmólogo Frank Burch propuso utilizar esta parte del ojo como método de reconocimiento. Tuvieron que pasar décadas hasta que se registró la primera patente. La consiguieron en 1987 los doctores Leonard Flam y Aran Safir. Pocos años después, John Daugman, un físico de la Universidad de Cambridge, desarrolló el primer algoritmo de reconocimiento, el mencionado IrisCode, que está en el corazón del sistema empleado en el proyecto de Altman. «Fue con el cambio de milenio cuando empezó a extenderse. Antes era más sencillo y estábamos acostumbrados a dejar la huella dactilar. En el caso del iris, faltaba que la tecnología avanzase y que las cámaras ofrecieran una imagen más nítida para que no fuera tan intrusivo», subraya Dans.

El problema de la privacidad de los datos

El gran problema del proyecto de Altman es la privacidad de los datos. ¿Para qué quiere toda esta información? Según explica Astobiza, el objetivo inicial de Worldcoin era «repartir una renta básica incondicional» con criptomonedas -el Worldcoin también es una criptomoneda- entre aquellos que perderían sus puestos de trabajo por el avance de las nuevas herramientas de la llamada Inteligencia Artificial Generativa, la que está detrás de Chat GPT, Bard -su contrapartida de Google- u otras que generan imágenes como Midjourney o Dall-e. Altman habría impulsado Worldcoin para paliar las consecuencias negativas del programa que le ha hecho conocido en todo el mundo. Esa renta saldría de una tasa que se impondría a las empresas que han creado todos esas herramientas, lo que sorprende porque supondría que el propio Altman se autoimpone un impuesto. En el origen de la idea está también Peter Thiel, un multimillonario ultraliberal afín a Trump y cofundador junto a Elon Musk de Paypal que siempre han defendido un estado mínimo y, por ende, enemigo declarado de los impuestos. Últimamente ha dejado a un lado este utópico planteamiento y subraya la importancia de crear identidades digitales que no puedan ser falsificadas con, de nuevo, esas nuevas tecnologías que ha ayudado a desarrollar.

«Directamente, no se puede relacionar el World ID con el usuario, pero sí que podría hacer de forma indirecta», subraya Astobiza. Kenia ha prohibido los registros y países como Francia y Alemania lo están investigando porque en el proceso de escaneo también se recogen otros datos de la cara, el cuerpo y hasta el ritmo cardiaco. En el caso de la India, muchos observadores han criticado su uso por parte del Gobierno que encabeza Narenda Modi, cada vez más autoritario. «Es un gran peligro en sociedades autoritarias. Es el problema del Gran Hermano», concluye el experto vasco.

Artículo de Jon Garay extraído de El Correo.

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