Seguramente alguna vez te has preguntado si los demás tienen la misma percepción del color que tú o si, por el contrario, llamáis “azul” a tonalidades diferentes.
Es imposible mirar a través de los ojos de otra persona y ver lo que ellos ven. Sin embargo, tras varios estudios y tras analizar varias condiciones de la vista, se cree que el mundo es diferente dependiendo de los ojos que lo miren.
¿Cómo se percibe el color?
La visión del color se distingue mediante fotorreceptores (conos, células sensibles a la luz), sensores ubicados en la retina del ojo que se encargan de transformar la luz en señales químicas y transmitirlas al cerebro.
¿De qué depende la percepción del color?
Según la teoría del color, los tipos de visión y la percepción del color varía en función del número de los conos:
- Dicrómata. Esté tipo de visión, tiene una percepción del color menor a la de un ojo normal. La presentan al rededor del 2% de los hombres y en torno al 0,25% de las mujeres y es debido a que solo tienen dos sistemas de conos funcionales, según cuál sea el tipo de conos no funcional se le llaman:
- A) Protanopía
- B) Deuteranopía
- C) Tritanopía.
- Tricrómata. Es la condición que presenta la mayoría de las personas. Se caracteriza por tener tres sistemas de conos que permiten ver los tres colores primarios (Verde, Rojo, Azul). Lo que permite ver todas las combinaciones resultantes de estos.
Lo más frecuente es que las personas cuenten con tres tipos de conos, estos, son capaces de procesar cientos de informaciones cromáticas diferentes(rueda de colores ordenada por su tono). Se encargan de combinarlas ofreciendo al cerebro una amplia gama de colores.
- Tetracrómata. Debido a una mutación en el gen que contribuye al desarrollo de la retina, las personas con tetracromatismo presentan cuatro conos de visión. Tienen una percepción del color mayor, distinguen más variaciones y matices de los que percibe el ojo normal. Pueden ver colores que son invisibles para la mayoría.
Ciertos animales como el pinzón cebra o los peces de colores también tienen un cuarto cono, pero ha sido más difícil probar esta condición en personas. No es hasta hace algo más de 20 años cuando la comunidad científica empezó a argumentar que podía darse en seres humanos.