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Es necesario prevenir la Diabetes Ocular

Es necesario prevenir la Diabetes Ocular

Hay que tener cuidado con la diabetes ocular, ICQO nos pone en sobre aviso sobre esta patología con la excusa de que el 14 de Noviembre se celebró el «Dia Mundial de la Diabetes». Se trata de una enfermedad asintomática, por lo que cuando un paciente nota la disminución de visión, ésta puede ser irreversible.

Alrededor de 442 millones de personas en el mundo padecen diabetes, es decir, una de cada once personas sufre esta enfermedad. La diabetes puede provocar complicaciones en diversas partes del organismo e incrementar el riesgo de muerte prematura. De hecho, la mayoría de las personas que tiene diabetes desarrolla algún problema de visión asociado a esta enfermedad, lo que se conoce como diabetes ocular.

La diabetes ocular es una de las principales causas de discapacidad visual y de ceguera en la población adulta. Los expertos consideran que el riesgo de ceguera en pacientes de diabetes ocular es 25 veces superior al resto de la población.

Como señala nuestro especialista del ICQO, Javier Araiz, “basta un dato para poner de manifiesto este problema de primera magnitud: la diabetes ocular es la principal causa de pérdida de visión y ceguera en los adultos de entre 20 y 75 años de países occidentales”.

Desde 1980, el número de personas con diabetes casi se ha cuadriplicado y ha pasado a ser la pandemia del siglo XXI. La prevalencia de la enfermedad está aumentando en todo el mundo y con ella, la diabetes ocular. Aunque las causas son complejas, la diabetes está muy relacionada con el sobrepeso u obesidad, y la inactividad física generalizada.

Gran parte de los casos de diabetes podrían prevenirse manteniendo una dieta saludable, una actividad física regular y evitando el consumo de tabaco.

El riesgo de la falta de síntomas

En España hay seis millones de diabéticos y en Euskadi, el 10.6 % de la población sufre diabetes. La mayoría de ellos desarrollará algún problema de visión asociado a esta enfermedad, como cataratas, glaucoma neovascular o retinopatía diabética. De hecho, uno de los problemas más comunes de la diabetes ocular es la retinopatía diabética, cuyo riesgo para desarrollarse es mayor a medida que evoluciona la enfermedad. Se trata de un daño progresivo que afecta a los vasos sanguíneos de la retina (la parte del ojo sensible a la luz) y que puede desembocar en ceguera.

La mayoría de los pacientes con retinopatía diabética permanecen sin síntomas y no presentan pérdida de agudeza visual hasta grados avanzados de la enfermedad. Sólo entonces, pasado un tiempo, es cuando los pacientes pueden sufrir una pérdida de agudeza visual, que puede ser brusca o progresiva, o acusar trastornos en la percepción de colores, metamorfopsias y alteraciones en la visión nocturna. Todo esto puede ser derivado por la diabetes ocular.

Como señala el doctor Araiz del ICOQ, “es muy importante ser conscientes de que se trata de una enfermedad que puede permanecer asintomática incluso hasta estadios avanzados de la enfermedad y por este motivo, tener una buena visión no es siempre sinónimo de ausencia de afectación”. En estados avanzados de la afectación ocular por diabetes, la disminución de visión puede ser ya irreversible, por lo que nunca debe esperarse a esta fase para consultar al oftalmólogo. Por ello, para un mayor control de la enfermedad, nuestro experto del ICQO recomienda ‘derivar al paciente diabético al especialista para controles periódicos y un tratamiento temprano que sea clave en su desarrollo. Sólo así, podremos contrarrestar las cifras que aún hoy tenemos sobre esta enfermedad”.

El desarrollo de nuevos tratamientos más eficaces para la diabetes unido a los cambios en el estilo de vida conducen a un mejor control metabólico de la diabetes, pero esto también conlleva a un aumento de prevalencia de aquellas complicaciones que requieren tiempo para desarrollarse, como es el caso de la retinopatía diabética.

Factores de riesgo y revisiones

El tiempo de evolución de la diabetes junto con la edad en el momento de diagnóstico de la enfermedad son los factores que más inciden en la prevalencia de la retinopatía. Pacientes con una duración de la enfermedad inferior a 5 años no suelen presentar ningún signo, mientras que con más de 10 años de enfermedad, la prevalencia de la retinopatía diabética es del 27 %, y con más de 30 años, del 90-95%. Por todo esto “es fundamental extremar las revisiones una vez el paciente ha sido diagnosticado de diabetes”. Dado que la mayoría de los pacientes con retinopatía diabética permanecen sin síntomas hasta fases avanzadas de la enfermedad, la derivación del paciente diabético al especialista para controles periódicos y un tratamiento temprano son esenciales para el control de la enfermedad antes de que los daños sean graves e irreversibles. Y aunque las expectativas han mejorado sustancialmente en la última década, sólo así podremos contrarrestar las cifras que aún hoy tenemos sobre esta enfermedad.

Según datos proporcionados por la Federación Española de Diabetes (FEDE), la mitad de los pacientes con ceguera inducida por la diabetes no acudió antes al oftalmólogo. Por tanto, aunque en los últimos años hemos asistido a un gran avance en cuanto a información y concienciación del paciente de su enfermedad, todavía existe una falta de formación importante de salud visual de estos enfermos, a pesar de que una de las mayores preocupaciones para el paciente diabético es perder la visión. “Nuestra recomendación es que los diabéticos tipo I sean examinados a los 5 años del diagnóstico y posteriormente cada año. Para los diabéticos tipo II es en el momento de diagnóstico y anualmente a partir de entonces”, aconseja el doctor Araiz.

 Terapias

En la última década hemos asistido a un cambio de paradigma en el tratamiento de la retinopatía diabética. Se ha pasado de tratar las consecuencias de la enfermedad a poder tratar las causas que la producen. Los tratamientos actuales de la retinopatía diabética son altamente eficaces para preservar y también prevenir la pérdida grave de agudeza visual. Las terapias disponibles hoy abarcan, la administración intravítrea de fármacos antiangiogénicos (capaces de inhibir el crecimiento de vasos anormales) y de corticoides, así como la fotocoagulación láser selectiva de la retina y la vitrectomía (cirugía) en casos seleccionados. Aunque estos tratamientos son eficaces, ya que evitan la ceguera en el 90% de los casos y ayudan a frenar el desarrollo de la enfermedad ocular, muchas veces no pueden contrarrestar el daño que ya se ha producido, dada la condición avanzada de la misma.

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